
Sumérgete en el mundo de la gastronomía chilena con esta elegante y deliciosa receta de tartar de atún y palta, una combinación perfecta de sabores y texturas con un toque asiático que elevará tus sentidos.
Contenido
¿Cómo preparar tartar de atún?
El tartar de atún y palta es una preparación sofisticada pero accesible, ideal para un aperitivo o una entrada elegante, un plato fresco y lleno de sabor.
Receta de tartar de atún y palta
Preparación: 20 minutos
Calorías: 350 kcal
Raciones: 2 personas
Ingredientes
- 300 g de atún fresco
- 3 cucharadas de soya
- 2 paltas maduras
- 1 cucharada de aceite
- 1 cucharadita de wasabi
- 1 cebollín
- ½ limón de pica
- ½ cucharadita de jengibre
- Aceite de oliva
- Semillas de sésamo
- Sal de mar
Instrucciones
- Cortar el cebollín en cubitos muy pequeños, picar el atún en cuadritos de alrededor de 1 centímetro y reservar todo por separado. En un bol grande reunir la salsa de soya, el aceite de sésamo, el jengibre y una pizca de sal, añadir wasabi al gusto e integrar todo revolviendo con una cuchara de madera.
- Incorporar el atún, el cebollín y revolver todo suavemente para integrar aromas y sabores, cubrir con papel film y reservar en el refrigerador por al menos 30 minutos, aunque idealmente por 24 horas.

- Pelar y picar las paltas en cubitos, reservar en un bol mediano y rociar con el jugo de limón, espolvorear una pizca de sal, un chorrito de aceite de oliva y revolver todo suavemente, cuidando que la palta llegue a desarmarse.
- Disponer de un molde cilíndrico, asentar sobre un plato amplio y rellenar en capas, primero con la palta, rellenando al menos la mitad de la altura total, asentándola suavemente con una cuchara, luego la mezcla de atún y compactar todo delicadamente antes de retirar el molde, asegurando que mantenga su forma y servir inmediatamente.
Beneficios del atún y la palta
Atún y palta son reconocidos por sus propiedades nutricionales, incluyendo ácidos grasos omega-3 y una variedad de vitaminas y minerales esenciales para una dieta equilibrada.
¿Sabías qué?
El tartar, aunque asociado a la nobleza europea, tiene raíces en técnicas nómadas de preservación de alimentos, mostrando cómo la cocina adapta y transforma tradiciones de todo el mundo.